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lunes, 17 de mayo de 2010

Partiendo de Martin Heidegger

LA PREGUNTA FUNDAMENTAL DE LA METAFÍSICA:
¿POR QUÉ ES EN GENERAL EL ENTE Y NO MÁS BIEN LA NADA?

ROMA, 15 de abril de 1990.

INDICE
Introducción
I. La pregunta
II. La filosofía (consideraciones)
III. Sentido de la “fisis”
IV. La esencia y origen de la pregunta
V. Qué pasa con el ser
VI. Conclusión
VII. Bibliografía
INTRODUCCION


El Ser y la Nada. Dos polos opuestos. La conciencia de la posibilidad de la nada, de lo desconocido, de lo oscuro, en todo hombre de una u otra manera ocupa algún tiempo, al menos una vez en la vida. Como en un espejo la imagen se le devuelve al ser, y comenzamos a considerar, a nivel filosófico, si nuestra existencia posee un fundamento y el mismo hecho de ser viene considerado racionalmente. Presentamos algunas consideraciones acerca de la pregunta fundamental metafísica: ¿por qué es en general el ente y no más bien la nada?


1. La pregunta.


Para Heidegger la esencia del conocimiento filosófico excluye la facilidad, porque de esta manera salimos de los esquemas habituales tanto abstractos como teóricos de nuestro pensar cotidiano.


Fácil es orientarnos en lo ordenado, en lo cotidiano. Pero ¿cuál es la ordenación de nuestro mundo? ¿De qué depende nuestra seguridad en él? Preguntas que nos llevan a considerar lo que está detrás de lo que cotidianamente pasa por nuestro conocimiento, a buscar cuáles son los soportes de nuestro hacer diario, a formularnos en el pensamiento, en la voluntad, en la vida, preguntas que convierten la claridad de lo trivial en incertidumbre. Si nuestro pensamiento es claro, ¿por qué no podemos sentirnos seguros ante tales preguntas?


Con todo sí es la primera pregunta en cuanto que es la que más nos toca porque es la más extensa, profunda y originaria.


El pensamiento, cuando es completo desentraña su esencia y encierra una síntesis entre dificultad y claridad.


En el caso de la metafísica aquello que da unidad a todo su contenido dentro de la amplia variedad que le compete es el ser casi invisible y el tener una unión resistente con el pensar)ya que todo aquello que yo pienso tiene una estricta necesidad ontológica de ser. No puedo pensar en ninguna cosa que no exista.


El pensamiento metafísico de Heidegger se basa sobre un análisis existencial con la elaboración de cuestiones ontológicas como meta de sus investigaciones. La meta no presenta una solución a preguntas que respondan a una base del ser; sólo busca afirmar que el ser tiene efectivamente una base por la cual existe. La introducción a la metafísica recoge en unidad la nueva trayectoria del pensamiento de Heidegger.


Todas las disciplinas filosóficas poseen un objeto determinado y delimitado, en el caso de la metafísica es el ente; a partir de algo del que se retira "al determinarse, y ese algo” es el ser. Luego sólo se podrá llegar a él mediante la superación de toda disciplina filosófica encuadrada en el ente, y tanto éste como la filosofía adquiriría valor a partir de él. Esto de acuerdo a un pensar heideggeriano que supera toda actitud fragmentaria y parcial.


Heidegger no considera las cuestiones tradicionales de la metafísica, como el ser, su devenir... sino que las repite, las reitera y supera los planteamientos habituales. Busca renovar el verdadero sentido de las palabras que utilizamos refiriéndonos a las realidades a las que aludimos. Por tanto para rescatar el sentido del ser nos ayudan más los presocráticos que los contemporáneos. En este sentido hay una auténtica contemporaneidad de lo arcaico basada en lo esencial. Entre los griegos el ser mismo se ilumina en el ente, mientras que los modernos lo iluminan y lo sojuzgan como objeto de incondicionada objetivación. De lo cual se sigue que la filosofía moderna introdujo la época de la imagen del mundo. Así todo se convierte en "materia prima", al servicio de la voluntad de dominio. Se tiende a una sistematización de todo, incluso del hombre mismo, que además ya lleva consigo mismo la angustia de su ser, angustia que trata de conocerlo, de encontrar lo fundamental en él, qué es lo que da consistencia, y es esto a lo que de una manera racional responde el estudio de la metafísica. ¿Cuál es la causa de ese olvido del ser? Una limitación del hombre que al ser el mismo ser crea una metafísica condicionada por sus condiciones internas, el hombre necesitaría considerar el ser desde fuera del ser para poder tenerlo totalmente en su horizonte e ir a él. Pero esto es imposible porque el hombre no puede dejar de ser y de ser hombre, racional e inteligente, para poder considerar el ser. La nada no la considera, una roca, una planta no lo hacen, es por eso que si bien nuestra consideración metafísica del ser no puede ser perfecta es ésa nuestra consideración metafísica, pero que sin embargo se debe considerar toda la originalidad y pureza posible sin mezcla de cualquier otro interés.


¿Por qué es en general el ente y no más bien la nada? Lo que significa en sí tal pregunta al producirla y planteársela es algo con lo que jamás dan muchos hombres. Sin embargo todos más de alguna vez hemos sido rozados por su oculto poder sin, saber lo que nos ocurría cuando por ejemplo en el júbilo o la desesperación vemos las cosas como si fuera la primera vez, fuera de los hábitos de pensamiento ya adquiridos.


Esta pregunta existencial surge cuando desaparecen las evidencias habituales. Abre un espacio de fragilidad, de delirio, de soledad que asegura el precio de la vida. La experiencia existencial es aquella de la contingencia radical. El hombre que se interroga así sobre el sentido de la vida ya no puede encontrar una respuesta que colme totalmente su inquietud. Se le ha revelado la fragilidad de su existencia, se le ha manifestado su precio único; por lo que el hombre considerado desde el punto de vista de la existencia se abre al único.


Cada uno la considera con mayor o menor profundidad y dedicación pero en el tiempo no es esa nuestra primera pregunta ya que nuestro proceso de desarrollo intelectual ha tenido que irse haciendo, comenzando desde las cosas más simples hasta adquirir la capacidad para considerar las mismas realidades desde nuevas perspectivas más complejas.


Con todo sí es la más importante en cuanto que es la que más nos toca por ser la más extensa, profunda y originaria.


Es la más extensa porque los límites de su consideración no terminan ni siquiera en la nada, pues si ésta es considerada la razón es porque es. Considera lo pasado lo presente y lo futuro; todo lo que ha participado, participará o participa de la existencia, del ser. Es la más profunda porque se considera también el fundamento y la finalidad del ente. Podemos hacer las más diversas preguntas sobre los más diversos acontecimientos naturales o humanos porque todos ellos existen y tales preguntas podrán tener mayor o menor profundidad, pero tocar fondo es preguntarse sobre la misma realidad de lo que existe, como un algo más que es pero como fundamento de todo otro existente. Tal pregunta intenta dilucidar si el fundamento de todo lo que es tiene a su vez un fundamento, si es en sí la fundamentación de sí mismo o es sólo un abismo sobre lo que está fundamentado el fundamento de los seres. ¿Cuál es la base de lo que fundamenta el hecho de que lo que es sea como tal, al ser, el ente que es?


Tratamos de encontrar un fin y una razón a aquello sobre lo que fundamentamos la existencia de cada ser, y como no podemos, por su absurdidad, hacer una concatenación hacia atrás "ad infinitum", queremos saber si tal fundamento es fundamentación en sí o no lo es. La respuesta a tal pregunta no se busca en la misma área o superficie o de la misma naturaleza que el ente mismo; debemos salir del nivel técnico, científico y aún del matemático para poder constatar en el horizonte si el ser tiene o no fundamento. Todos los métodos de conocimiento humanos tienen al menos una parte axiomática pero como ningún sistema axiomático puede probar su validez desde su propio interior necesita tal aprobación desde fuera. Es allí donde queremos encontrar la respuesta a nuestra pregunta. Toda ciencia se diferencia de su objeto formal y específico y aún de su sujeto. Pero en la metafísica es el mismo sujeto el que queda dentro del objeto y no puede separarse del horizonte mismo considerado por la metafísica.


La pregunta más originaria. ¿En qué sentido hacemos tal afirmación? En el sentido que cada ente es considerado dentro de la totalidad .de los entes sin considerar a ninguno de manera especial o particular. Sólo uno tiene especial consideración y ese es el hombre en cuanto que se diferencia de los demás por la misma formulación de la pregunta.


Pero ¿qué sentido tendría singularizar un ente, aunque sea el hombre si consideramos su pequeñez dentro del universo o la brevedad de su vida con la totalidad de la historia?


A nuestro parecer tal consideración es válida en cuanto que su existencia humana es material y temporal. Sin embargo el mismo Heidegger en "Carta sobre el humanismo" considerando la experiencia ética del hombre, considera que el hombre no es sólo materialidad y temporalidad sino que está abierto aun más allá que sale de los esquemas lógicos que lo encadenan a una sistematización mecánica. Considerar todos los seres en una igualdad ontológica genera la reflexión acerca de una diferencia ontológica. Por tanto el ser debe tener una relación última diferente ya la vez presente a la que se refiere como punto de referencia.


Ciertamente la pregunta es la primera en dignidad pero no es absolutamente indispensable, pues aunque ésta implique a todos lo entes, éstos seguirán su desarrollo, su proceso se dé o no se dé tal pregunta; los planetas seguirán su curso, las plantas se desarrollarán, los hombres seguirán naciendo y muriendo con o sin tan " importante y dignísima " pregunta.


Aquí nace el porqué del porqué. A primera vista una interrogación superficial e infantil, pero que si la consideramos detenidamente merece atención. El hombre en su progresivo conocimiento pasa por diversos grados: la certeza infundada, la duda, la certeza consciente. Es en el primer grado donde formulamos ese porqué, pero ante la inseguridad o seguridad inauténtica o infundada surge la duda y nace en nosotros el buscar las causas de las cosas y de responder al porqué porqué.


¿Por qué es en general el ente y no más bien la nada?


Una pregunta que es extensa y profunda porque es originaria; y es originaria porque es extensa y profunda.


La mencionada pregunta está hoy caída en el olvido, bien que nuestro tiempo se anote como un progreso volver a afirmar la metafísica. Con todo no es la tocada pregunta una pregunta cualquiera. Tuvo en velo el meditar de Platón y de Aristóteles, cierto que para enmudecer desde entonces como pregunta expresa de una investigación efectiva. Lo que ganaron ambos se conservó a través de variadas modificaciones y retoques hasta la misma lógica de Hegel. y lo que en otro tiempo se arrancó a los fenómenos en el supremo esfuerzo del pensamiento, aunque fragmentariamente y en primeras arremetidas está, hace mucho, trivializado.


No sólo esto. Sobre el terreno de los comienzos griegos de la exégesis del ser, se desarrolló un dogma que no sólo declara superflua la pregunta que interroga por el sentido del ser, sino que también sanciona la omisión de la pregunta. Se dice: "ser" es el más universal y vacío de los conceptos. En cuanto tal, resiste a todo intento de definición. Este, de los conceptos el más universal y, por ende, indefinible, tampoco ha menester de definición. Todos lo usamos constantemente y comprendemos también lo que en cada caso queremos decir con él. De esta suerte, lo que como algo oculto sumió y mantuvo en la inquietud el filosofar de la antigüedad, se convirtió en una cosa comprensible de suyo y tan clara como el sol, hasta el punto de que a quien sigue haciendo aún la pregunta se le tacha de error metódico.


La revelación de momento no entra aquí por la forma sólo racionada con que tratamos la pregunta. La- revelación se sitúa en el campo del espíritu en cuanto espíritu, y ahora nos interesa considerar tal pregunta desde la inteligencia razonada.


2. La filosofía.


¿Qué es la filosofía? Para intentar responder a la pregunta por el ente en cuanto es, debemos saber algo sobre la disciplina en la que se inserta tal pregunta.


Esencialmente inactual porque jamás hallará eco inmediato en su hoy. y si lo tiene no es de ella misma sino de una manipulación de cualquiera de los más variados intereses humanos. ¿Acaso hubieran dejado los griegos que su filosofía decayera si hubiesen sabido del influjo que posteriormente tendría sobre la humanidad?


Es inútil en cuanto que ni se aprende rápido ni sirve para nada concreto. Sin embargo reside en ella un poder que se ejercerá a su debido tiempo.


Toda forma esencial del espíritu está en la ambivalencia, en el más o menos cualitativa y cuantitativa. La filosofía es una de las pocas posibilidades autónomas, creadoras, ya veces necesarias del pensamiento humano. Siempre apunta a los primeros y últimos fundamentos del ente. El poder de la filosofía no habita en la capacidad para cambiar sociedades o de crear culturas… por tanto le pertenece una finalidad que no se debe equivocar para no caer en graves errores.


Lo que la filosofía tiene que ser por esencia es esto: la manifestación intelectual de los caminos y perspectivas del saber que lleven al establecimiento de criterios y jerarquías. La filosofía ordena el ente dentro de sistemas yen visiones de conjunto pero no se encarga de la producción práctico-técnica. La filosofía agrava las cosas, devuelve su peso original al ser, redimensiona la visión original, ajusta las cosas en su debido valor.


Cuando la filosofía, en tal agravación de las cosas, ha manifestado todas las perspectivas del ser, facilita la elección de un destino, de un fin de acuerdo con la correspondiente agravación del ser, que pudiendo elegir, ha recobrado su justo valor, su correcta dimensión.


La filosofía no es ciencia filosófica, saber la historia de la filosofía. Ciertamente tampoco hacemos nada con la filosofía, aunque tal vez la filosofía haga algo con nosotros.


Filosofar consiste en preguntarse por qué el ente y no la nada. Pregunta que nos obliga a salir de lo corriente y cotidiano del ente, consiste en preguntarse por lo extraordinario. y tan extraordinario es lo que se pregunta como el preguntar mismo, ni casual ni cotidiano y puesto sobre el secreto fundamento de la libertad.


Es el extraordinario preguntar por lo extraordinario.


3. Sentido de la "fisis".


En la época griega, inicios de la filosofía, el ente se le llamó naturaleza, del término latino "natura" que significa: ser nacido, nacimiento. Traducción que pierde su sentido original y la fuerza nominal a través de la historia. Traducciones que etapas en las que se desfigura tal sentido y fuerza. Tratar de reconquistar estos aspectos que perdemos en el uso irreflexivo de la lengua facilita la comprensión conceptual de las cosas, de las cosas que son ser.


"Fisis" significa lo que sale o brota de sí mismo. Como una rosa. Lo que en tal despliegue se hace manifiesto y se detiene y permanece en esa manifestación es la fuerza imperante de lo que al brotar permanece, de lo que estando en continuo cambio y movimiento Conserva en si su total identidad, cambia pero permanece la incluso cuando lo que vez tiempo y espacio. No significa un incremento cuantitativo, como la ola que se acrecienta según se acerca a la playa; es un brotar y un sostenerse fuera de si mismo y en si mismo.


Para los griegos no se trataba de observar los fenómenos primero y luego determinar la "fisis". Sucedió al contrario. Primero la experiencia radical del ser, poética e intelectual, subjetiva y objetiva, y luego observar en el sentido riguroso del ser. Todo era "fisis". "Fisis" encerraba el devenir y el ser. No se puede considerar la "fisis" como ahora lo hace la física moderna porque así se tiene filosofía de la naturaleza, en la cual todo tiene una índole material. En esa concepción tales orígenes de la filosofía tienen un carácter de primitivismo. La “fisis” significa la fuerza imperante que sale y permanece regulada por ella misma.


La “fisis" asistió a una manifestación opuesta. La "tesis", lo puesto, el "nomos" la ley en el sentido de las costumbres. Porque significaba adecuarse de una manera estable y continua, si bien no sujeta a sorpresas fuera de la ley, en el sentido del "nomos" ; movimiento contrario ya que el ser siendo y permaneciendo él mismo, nunca es igual, siempre se está manifestando con la primera novedad de su ser.


También asistió aun estrechamiento de la filosofía. Los griegos no hacían la diferencia que nosotros ahora hacemos de psíquico y físico. Se estrecha a partir de su oposición a "teche” considerada como la organización sapiente de libres planes sobre lo físico y, de dominarlo, es decir, creación y construcción. Cuando el preguntar filosófico por el ente en cuanto es, es de carácter "meta ta física”. Por tanto nuestra pregunta jerárquicamente primera es por consiguiente la pregunta metafísica fundamental, interrogación que va más allá del ente y llega al ser.


4. La esencia y origen de la pregunta.


La pregunta por el ente como tal tiene sin embargo otra, esencia y otro origen. Considerar el ente no se puede hacer de manera mecánica, pues la pregunta es trascendental y de orden superior. Es trascendental no sólo a partir de la temporalidad ontológica de la existencia humana, sino también a partir de la conciencia subjetiva.


Preguntar por el ente como tal para Heidegger es preguntar por el ser como tal. En la pregunta ontológica de la metafísica el ser queda en el olvido a causa de la insistencia con que se replantea la pregunta, pues así se olvida el ser, y se olvida también el mismo olvido.


Por tanto si queremos salir del ente como tal para considerar el ser, de una manera problemática y que salga de lo habitual, no deberíamos usar el término "metafísica".


La pregunta que conduce a la metafísica, la pregunta por el ser, no tiene la misma índole que la pregunta metafísica, la pregunta por el ente. La pregunta por el ser implica estar abierto a todo lo que se pueda conocer, incluso la demostración de lo que el olvido metafísico encubre y oculta, sólo así podemos mostrar la esencia de la metafísica. Se trata de crear, de hacer nacer dentro de nosotros mismos la pregunta, desde una actitud interior que es muy diversa a sólo pronunciar unos términos gramaticalmente unidos pero sin ningún apoyo verdadero. La fuente no es fuente nada más porque tiene agua, sino porque el agua tiene algo que la impulsa a ponerse en movimiento, ano estancarse y estar en continua renovación. Es un preguntar previo que va dando origen a una actitud personal que formule la pregunta, desde la propia persona, no desde fuera.


Preguntar implica querer saber; saber, poder aprender; poder aprender, poder preguntar; preguntar, querer saber no en manera utilitaria. Toda pregunta es un buscar. Todo buscar tiene su dirección previa que le viene de lo buscado. Preguntar es buscar conocer "qué es" y' "cómo es" un ente. El buscar este conocer puede volverse un investigar o poner en libertad y determinar aquello por lo que se pregunta. El preguntar tiene, en cuanto "preguntar por...", su aquello de que se pregunta. Todo "preguntar por. .." es de algún modo "preguntar a. .." ; al preguntar es inherente, además del aquello de que se pregunta, un aquello a que se pregunta. En la pregunta que investiga, es decir, específicamente teorética, se trata de determinar y traducir en conceptos aquello de que se pregunta. En esto reside, como aquello a que propiamente se tiende, aquello que se pregunta y en que el preguntar llega a la meta.


Consideremos la segunda parte de la pregunta: ¿. ..y por qué no más bien la nada? Pensar científicamente en la nada no tiene lógica.


Pero es ilógico pensar que el pensamiento científico sea el único estricto y regulador del pensamiento filosófico. ¿No habíamos dicho que todo sistema que tiene unos principios axiomáticos no puede probarse desde dentro?


¿Tiene un sentido o es un mero giro lingüístico? Si consideramos la pregunta en forma abreviada, la forma más común, nos conduce tácitamente a preguntar por un ente superior, pero por este camino la pregunta no se extiende hasta el ente en su totalidad y como tal, no llega a considerar todo el horizonte que el ser le presenta, no le invita a caminar hasta los mismos bordes del ser donde la nada comienza, sino que considero algunos entes determinados como reflejos del Ser superior.


Pero considerar la pregunta en su forma íntegra nos impide que al preguntar nos situemos inmediatamente frente aun ente dado de antemano, no sometido aún a interrogación alguna, y que apenas situado nos permitiría seguir y avanzar hasta el fundamento que se busca y que también es.


En la segunda forma, aquella que considera la nada, el ente se mantiene problemáticamente en la posibilidad del no ser.


De esta manera el ser ya no apunta simplemente a la conquista de un fundamento aclaratorio de lo que existe materialmente, y que también exista del mismo modo, sino que' el que ahora se busca, debe fundamentar el poder dominante de lo que es, entendido como superación de la nada.


De este modo se aclara que las palabras "¿y no más bien la nada?" no constituyen, en manera alguna, cierto añadido superfluo a la pregunta propiamente dicha, sino que tal giro del hablar es parte constitutiva y esencial de la frase interrogativa entera que, entendida como totalidad, expresa una pregunta por completo diferente de lo que significa la interrogación ¿por qué es el ente? Con nuestra pregunta nos ponemos dentro de él, de tal modo que, en cuanto ente, pierde su carácter de naturalidad. Puesto que el ente oscila entre la más amplia y ruda posibilidad, la de moverse en la disyuntiva “o ente o nada”, la pregunta misma pierde toda base firme. También nuestra existencia cuestionante llega a estar suspendida; pero, sin embargo, se sostiene por si misma en esa suspensión.


No obstante el ente no cambia porque preguntemos por él. Sigue siendo lo que es y tal como es. Nuestro interrogar sólo constituye un proceso psíquico-espiritual que se desarrolla dentro de nosotros, el cual -sea el que fuere su desenvolvimiento- no le concierne para nada al ente mismo. Cierto que éste sigue siendo lo que nos es mostrable, pero no puede evitar el carácter de digno de preguntarse de que también podría no ser lo que es y tal como es. De ningún modo experimentamos esta posibilidad como algo que sobreentendemos, sino que el ente mismo la delata, es decir: que ella se delata como ente. Nuestro preguntar sólo manifiesta el dominio para que el ente pueda seguir en lo que tiene la dignidad de ser preguntado.


5. ¿Qué pasa con el ser?


¿Qué sabemos del acontecer de esta pregunta? Al preguntar parece que nos pertenezcamos a nosotros mismos ya que afirmamos una línea de diferencia entre el sujeto que conoce y el objeto conocido, que sólo se considera en su aspecto de diverso a nosotros mismos.


¿Qué pasa con el ser? Una pregunta para nosotros sólo esbozada, pero que no logramos comprender. y que debemos comprender sino queremos ligar otras preguntas, que ya se dan con actitud interior en nosotros, a meros sonidos verbales, a una sola hilación de términos gramaticales sin significado de fondo.


Por ello es necesario aclarar lo que hemos hecho con el ser y nuestra comprensión ontológica.


Y sin embargo el ser no nos aparece a primera vista. Si visitamos un edificio vemos el ente por doquiera, pero dónde está su ser, no lo percibimos y aún así el edificio es, y será aunque no lo veamos; y es de diversa manera para nosotros que para los alumnos o habitantes de ese edificio. ¿Qué pasa con el ser?¿cómo lo percibimos? ¿como color? ¿como luz? ¿como oscuridad? ¿Cómo forma?


Con nuestros sentidos percibimos algo. Si pasa una motocicleta oímos el ruido del vehículo pero no la motocicleta, y sabemos que ha pasado una motocicleta. Una tormenta es, una montaña es, ¿en qué consiste su ser? ¿quién lo capta como es, el viajero, el labrador o el meteorólogo? ¿o cada uno capta diversos aspectos de su ser? ¿O acaso es contradictorio, contra el sentido del ser, preguntar en general por lo que es en sí, por detrás de aquellos aspectos? ¿o es que el ser no se apoya en éstos?


Ocurre como que de cada ente sólo asiésemos el vacío y nos resistiésemos a aceptar que afirmar que lo que es, no es.


Para Nietzsche el ser es un vapor, un error. ¿Lo es? y entonces ¿cómo es que en vapor y en nada nace la pregunta por el ente? ¿No es acaso el manifestarse de algo superior a la nada?, ¿el ser como nada o como destino espiritual de occidente?


El ser es nada cuando nos conformamos en captar de él sólo los apoyos en los que se manifiesta y no captar su ser que es en suma lo que da valor a toda manifestación accidental.


La nada es, como hemos visto, la negación completa de la totalidad del ente. Su cuestión cae dentro de la metafísica, porque se sitúa más allá del ente en su totalidad y porque suscita la cuestión por el ser. Ahora bien, ¿es que es posible cuestionar la nada? ¿Podemos acaso alcanzar aquel "saber experiencial" -sobre ella, que constituiría el auténtico saber? Heidegger nos responderá que sí, que de la nada alcanzamos aquella experiencia que posee quien se encuentra ante... Esta experiencia tiene lugar en la disposición fundamental de la angustia del que ha perdido todo apoyo de lo cotidiano. En la angustia .se nos revela la nada; no como un ente o como algo misterioso junto al ente en su conjunto, sino como algo que se encuentra a una con el ente en su conjunto.


Hablamos de angustia; ahora bien, ¿a qué angustia nos referimos? Ni más ni menos que a aquella que origina la misma nada. La nada origina angustia. Al cuestionar más allá del ente en su conjunto sale a nuestro encuentro la nada como primera respuesta metafísica, y esta respuesta produce angustia. Pero esta primera intuición no es conocer la nada, no es tener "experiencia" de ella. La experiencia es aquella revelación de ella que se da en la angustia, que ella misma ha suscitado.


La nada rechaza, produce repulsión. Este rechazar .remite al ente, pero se hunde. y surge la angustia. La nada nos acosa y, al remitirnos al ente, no le niega ni le anula: pone de manifiesto que "se hunde", le anonada; ésa es la esencia de la nada: "anonadar" , que es totalmente diferente a asombrar .


“La nada no atrae, sino que, por esencia rechaza . Pero este rechazo es, como tal, un remitirnos, dejándolo escapar, al ente en total que se hunde.Esta total remisión al ente en total que se nos escapa, que así es como la nada acosa a la existencia en la angustia, es la esencia de la nada: el anonadamiento. No es un aniquilamiento del ente, ni se origina en una negación. El anonadamiento no se puede obtener tampoco sumando aniquilación y negación. La nada misma aniquila." .


Decíamos más arriba que en la angustia damos con la nada a una con el ente en su conjunto; la nada es.


Consiguientemente, el contraconcepto real del ente, el no-ente. Esto supuesto, se comprende que el autor afirme que la nada se da allí mismo donde se da el ente: en el ser. La esencia de la nada es ser no-ente en el ser. Por eso, la nada no es el indefinido contrario del ente, sino que surge como perteneciente al ser del ente. Y por eso también, el pensamiento, porque piensa el ser, piensa la nada. La nada no se opone, pues, en Heidegger al ser, -sino al ente. El ser los integra a ambos.


Por otra parte, al dar origen a la angustia, dejando al ente solo, como absolutamente otro frente a sí misma, la nada crea el amplio espacio en que se ha de experimentar al ser. Finalmente la nada contribuye a la insistencia en esa difícil experiencia de muerte, de la que ha se surgir la vida como experiencia del ser. Porque la angustia que provoca es fascinante. En la angustia hay un retroceder ante… que no es ciertamente un huir, sino una fascinada inquietud.


La angustia de la experiencia, que estamos intentando dilucidar, es algo diferente del temor. El temor es ante lo determinado; la angustia de... es siempre angustia por..., pero no por esto o lo otro. Ahora bien, esta indeterminación de aquello de lo que y por lo que nos angustiamos no es un mero faltar determinación, sino la imposibilidad esencial de la determinación. Por otra parte, el temor produce turbación mientras que esta angustia ante aquello cuya determinación es esencialmente imposible se halla penetrada por una especial tranquilidad.


Esta cualidad de la angustia de ser ante y hacia lo indeterminado es el puente que hace posible la experiencia del ser. Porque el ser es esencialmente no-ente, es lo esencialmente indeterminado. Detenidos en fascinada quietud en la angustia por la nada-más-allá-del-ente, no por eso se ha negado al ente. Más aún, nos sentimos rechazados, remitidos a él. Pero se hunde. La angustia es entonces también ante lo que hay ser determinado, y es entonces cuando oímos su voz, la voz del ser, que nos apela y nos hace experimentar la maravilla de todas las maravillas: que es el "ES."


La disposición para la angustia es el sí a la instancia, para colmar la más alta exigencia, de la cual sola es encontrada la esencia del hombre. Ente todos lo entes, únicamente el hombre experimenta, apelado por la voz del ser, la maravilla de todas las maravillas. Que el ente es. Por consiguiente, el llamado en su esencia ala verdad del ser está de aquí concertado siempre de una manera esencial.


Sin embargo recordemos que en la consideración de nuestra pregunta excluimos toda facilidad en lo que respecta a la formulación interior y verdadera, apoyada por toda la persona de lo que comporta el nacimiento de la pregunta. Por tanto la alusión a una fascinada quietud de la angustia no ha de inducirnos al engaño de creer que la apelación del Ser tiene lugar en un momento de pasividad del ser.


La pregunta existencial nace cuando desaparecen las evidencias habituales. Abre un espacio de fragilidad, de soledad que asegura el precio de la vida. La experiencia existencial es aquella de la contingencia radical. El hombre que se interroga así sobre el sentido de la vida no puede encontrar una respuesta que colme totalmente su inquietud. Se ha revelado la fragilidad de su existencia, se ha manifestado su precio único, por lo que el hombre considerado desde el punto de vista de la existencia se abre al único de una manera personal, no se deja inserir en una concatenación de los entes de manera que cada uno aparece sin valor, si -es que sistematización equivale a verdadero orden de los seres, además de ser producto mismo de nuestra sociedad tecnificada y tecnificante.


Sin embargo en el orden verdadero la totalidad del ser confiere a las partes su significado propio sin reducirlas a ser momentos sin significado como cualquiera de los pasos de una cadena de montaje.


6. Conclusión.
La oposición entre el sistema del uno y de la persona única e individual ha sido expuesto por Karl Jaspers en su libro titulado "Razón y existencia " .El existencialismo nace de la oposición de la persona existente y única a los sistemas abstractos o formales. La mentalidad filosófica actual se tensa entre dos opuestos: la técnica y la existencia. La técnica pretende de tener todo el mundo en su poder; la existencia lo somete todo a su originalidad. ~os orientaciones fuera de orden. La técnica puede manejar todo sin la capacidad de sus instrumentos; la existencia se vuelve a su fundamento último. Angustia que resulta de la reflexión de la diferencia ontológica.


La experiencia humana está atravesada por una pregunta existencial: ¿sí o no tiene sentido esta vida? pregunta que nace de estas consideraciones de tipo existencial pero que sin embargo no indican un sentido negativo al sentido; de la trascendencia y del humanismo positivo.


BIBLIOGRAFIA.
• HEIDEGGER.Martin, El ser y el tiempo, Madrid, 1987.
• HEIDEGGER Martin, Introducción a la metafísica, Buenos aires, Nova, 1968.
• ZUBIRI Xavier, ¿Qué es metafísica?, Buenos aires, Siglo XX, 1970
• COBO Miguel, La cuestión por el sentido del ser en Heidegger, en "Pensamiento", 30. (1974)
• GILBERT Paul, Introduzione alla Filosofia, Roma, PUG, 1988, 20.